martes, 12 de abril de 2011

Almost Easy

Ella lo ve y sonríe. Él la ve y devuelve la sonrisa. Ambos se miran, se examinan con detenimiento desde extremos opuestos del salón. Él se acerca y toma su mano, sin malas intenciones, y ella se deja llevar por su leve contacto.

Ella le quiere, pero en cuanto lo ve, siente miedo; temor de no gustarle, y que él se aleje. Siente ganas de correr lejos y hundir su cabeza en el pavimento. Suelta su mano y mira el techo. Se aleja de él.

Él también le quiere, pero la indiferencia de ella le produce pavor: miedo de no gustarle, que ella se aleje. Quiere correr tras ella y abrazarla hasta el punto de la asfixia. Se levanta y camina detrás de ella, pero se arrepiente y vuelve sobre sus pasos. Se sienta y olvida todo.

Ella ríe para olvidar su frustración, y le mira otra vez. Él sonríe hacia otro lado de la sala, y ella se siente. Sabe que esa sonrisa no es para ella, pero cuando no está observándolo, él voltea a verla, y sonríe. Son amigos, siempre lo han sido, y eso nunca cambiará. Él lo entiende, y planea seguir las reglas del juego al pie de la letra. Se marcha de la sala y la deja sola, aturdida. Ella entiende, entiende que no lo ha perdido, porque solo puedes perder algo que te halla pertenecido algún día; en su corazón entiende que, a pesar de lo turbia de su relación, lo quiere, y teme arruinarlo todo; entiende que algún día él será de ella, y ella de él, pero hasta entonces tendría que esperar. Y de su mente surge la gran pregunta:

¿Puede el amor hacerte sentir temor? 


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Lina M.

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